Durante muchos siglos la palabra “ciencia” ha sido mantenida en un estatus elitista, o al menos esa ha sido mi percepción en cuanto a ella. Sin embargo, los seres humanos estamos inmersos en ella: ambos avanzamos paralelamente o nos estancamos paralelamente, tal como ocurrió en la época del oscurantismo.
Desde el principio de los tiempos el hombre ha buscado explicaciones acerca de su entorno, gracias a ellas ha podido entender lo que nos rodea y busca aprovechar ese saber para resolver sus problemas en el más instrumentalista de los casos.
Es evidente que ese avance no ha surgido de la noche a la mañana, se ha necesitado un pensamiento crítico de por medio, el cual hace que el ser humano cuestione su realidad constantemente. Éste, considero yo, es el principio de la ciencia: el cuestionamiento. No considero por ejemplo, que sea la observación porque podemos ver sin observar así como tampoco creo que pueda la búsqueda de respuestas porque en ocasiones la ciencia no las puede dar.
En el proceso de cuestionamiento influyen un sinfín de factores, por ejemplo, cómo aprehendemos la realidad, el momento histórico en el que nos encontramos, la profundidad con la que analizamos y abstraemos la realidad, etc. Aunque algunos de estos factores pueden ser subjetivos forman parte de un conocimiento que pretende ser objetivo y éste es precisamente del que busca asirse la ciencia natural o social.
En este punto es importante señalar las cuatro relaciones de las disciplinas que plantea Eduardo Nicol; la epistemología, que hace explícita la relación entre objeto y sujeto y los mecanismos del conocimiento; la lógica, por su parte nos da la capacidad de racionalizar y auto explorar el pensamiento poniendo en perspectiva las cosas; la dialógica, que permite que ese conocimiento sea transmitido por medio del lenguaje y debe ser socialmente relevante; por último está la relación histórica, la cual nos permite entender al hombre y los acontecimientos que afectan a la ciencia dentro de un periodo de tiempo y la complejidad que esto implica. Cada una de estas relaciones da forma al estudio de la ciencia, le da relevancia, justificación y credibilidad.
Uno de los problemas que aqueja al concepto de “ciencia” es el estereotipo que se maneja de ella. A pesar de ser un concepto vasto que necesita de todo lo que le rodea para ser conformada, se ve reducida a la imagen de un grupo de personas con bata, lentes y matraces encerradas en un laboratorio; esto no se da sólo en países como México, sino alrededor del mundo: el ícono de ciencia es un microscopio, telescopios y otros instrumentos empleados por la física o química; por si eso fuera poco parece que la ciencia sólo sirve para dar resultados que se plasman en hojas y con números. Debido a esto la investigación científica se ha visto como un proceso ajeno y aburrido para los estudiantes en general. Este concepto es sólo una pequeña parte de la ciencia.
A lo que nos enfrentaremos (los futuros científicos sociales) es a problematizar situaciones de la realidad. Hacemos esto prácticamente a diario, sólo que cuando hacemos conciencia de ello debemos fijar parámetros y ver más allá de lo aparente para tener una mejor percepción de esa situación. Un ejemplo muy claro de cómo problematizamos la realidad para comprenderla mejor podría ser cuando el hombre pensaba que la tierra era plana, de ahí surgieron cuestionamientos como “¿de verdad los barcos se caen al llegar a la orilla?” “¿qué hay más allá del horizonte?” “¿en verdad nos sostiene Atlas?” Fue entonces cuando comenzaron a investigar y a intentar abstraer su realidad para entenderla.
En concreto, la ciencia busca dar verdades objetivas y explicaciones coherentes y verificables a cualquier cuestionamiento basándose en datos objetivos que pueden respaldar sus respuestas e investigaciones.
-Primera parte de un ensayo mío entregado para el profesor Felipe López Veneroni en Introducción al Estudio de la Ciencia en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM en abril de 2011.
Bibliografía
Bachelard, Gastón. La formación del espíritu científico, Planeta, 1985
Kuhn Thomas, La estructura de las revoluciones científicas. FCE, ed., México, 2006.
Nicol, Eduardo. Los Principios De La Ciencia. FCE, México, 1987